Carta da autora espanhola Lucia Etxbarria
Antes de parir me entrevisté con 17 obstetras, 15 que venían en la lista que me había facilitado mi seguro médico y dos de la Seguridad Social.
Dieciséis de ellos me dijeron que la episiotomía (un corte en el perineo para “facilitar” la salida del bebé). La oxitocina (la administración de una hormona sintética para”facilitar” las contracciones) y la monitorización (que impide moverse a la parturienta y, por tanto, realizar ejercicios para mitigar el dolor) se practicaban por protocolo en sus hospitales, y que no podían atenderme si me empeñaba en un parto natural. La mayoría adoptaron el mismo tono paternalista de algunas de las cartas de los lectores que protestaban por el artículo de Rosa Montero: “Aquí el médico soy yo, y usted no sabe nada”.
Por fin conseguí que el doctor Mirruan Yordi accediera a mi propuesta de parto. Pero a la llegada a la clínica una matrona se empeñaba en pincharme el gotero y conectarme al monitor. En plenas contracciones, yo intentaba explicarle que había pactado con mi médico un parto natural y no monitorizado. A los profesionales que aseguran que la oxitocina es absolutamente necesaria les diré que en mi parto no la hubo. A los que afirman que sin episiotomía siempre hay desgarro les puedo enseñar mi perineo intacto. De paso, les puedo presentar a tres amigas mías que sufrieron graves infecciones puerperales a causa de la episiotomía, una de ellas imposibilitada desde entonces para las relaciones sexuales con penetración.
Y a todos les pregunto: ¿por qué en Inglaterra, en Holanda y en Canadá no se recurre a goteos, puntos o máquinas? ¿Acaso vivimos en un país de mujeres con perineos extremadamente frágiles y pelvis inútiles? ¿Y por qué ninguno de los médicos que entrevisté accedió a facilitarme el índice de cesáreas practicadas en su hospital? ¿No será porque en las clínicas privadas españolas este índice oscila entre el 30% y 50%, cuando la OMS opina que un índice superior al 10% indica que las intervenciones se practican por conveniencia del profesional y no de la paciente? ¿Y tendrá algo que ver con el hecho de que en las clínicas privadas se practican muchas más cesáreas programadas el día anterior a un puente?
A los que aseguran que sin oxitocina una mujer se arriesga a pasar por el parto de la burra, con el consiguiente riesgo de sufrimiento fetal y fiebre materna, les diré que sí, que desde mis primeras contracciones hasta el expulsivo pasaron efectivamente dos días, y que, tal como aconsejan los profesionales británicos, esperé en mi casa hasta que dilaté los dos centímetros preceptivos, y que aquellas molestias eran perfectamente soportables. Sin embargo, sí hubiera acudido inmediatamente al hospital como recomiendan los médicos españoles, me habrían administrado oxitocina para acelerar el parto. Debido a las dolorosas contracciones provocadas por una hormona sintética, yo misma habría pedido la epidural e, imposibilitada de empujar, es más que probable que mi parto hubiera acabado en cesárea, como sucede con la gran mayoría de españolas mayores de 30 años que paren en clínica privada.
Pero la clínica, eso sí, se habría embolsado 6.000 euros del seguro, en lugar de los apenas 600 que le reportó mi parto.
Lucia Etxebarria Asteinza.
Por Correio electrónico
Agradecimentos à Susana pelo envio do texto
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